Empiezo por lo malo: el asunto de las propinas obligatorias (entendidas como un % de hasta el 18%) nos ha revuelto las tripas. Casi siempre, venían ya incluídas en la factura. Aún sabiendo (porque te lo dicen) que es debido a que los camareros ganan poco y viven de las propinas, hemos tenido muchas sorpresas por encontrar facturas infladas por los fucking taxes (el iva allí) y service charge: Cangas del Morrazo. Nos recordó a NYC y, hace ya tiempo, lo vivimos también en Playa del Carmen (Mexico). Será para los camareros, pero un % me sigue pareciendo inadmisible. Por otro lado, la aduana de USA, como siempre, desesperante. Y nos tocó sufrirla dos veces, claro.
Sabíamos que la elección del hotel en Miami podía ser determinante en una ciudad tan extensa y nos decidimos por el Hotel Beacon South Beach en el mismo Ocean Drive, muy recomendado en TripAdvisor, en el corazón de Miami Beach, que es realmente una isla alargada y paralela a lo que es propiamente el Miami "peninsular" y situado en pleno distrito Art Decó, recientemente restaurado, lleno de edificios de estilo elegante y pintados en suaves colores iluminados con neón. La ciudad nos recibió con una bocanada de humedad y tremendo calor.
La mezcla cultural es enorme…y su vida nocturna también, cosmopolita y agitada: mucha gente cenando en terrazas, limousinas, Hummers, morenos (muchísimos) en coches descapotables con la música a tope. Muchos restaurantes y tiendas (sobre todo en la recomendable y peatonal Lincoln Road, donde arrasé la Superdry Store jeje). Aunque dicen que es una de las ciudades con mayor criminalidad de los States, no vimos nada raro. Eso sí, casi todos hablan español o por lo menos lo intentan….
De verdad que es un espectáculo pasear por la calle, uno no se imaginaba cómo van las "Big Mamas": impresionante, la verdad es que todos sabemos que la obesidad es un problema en USA, pero ver a tantas mujeres tan obesas en bikini y tan desinhibidas por la calle, cenando en las terrazas, me ha traumatizado de por vida jaja. Un show. A ver. También hemos visto muchos cuerpos esculturales de quitar el hipo, en tíos y tías, pero eso ya lo habíamos visto en Callejeros Viajeros..., lo que era de esperar como un signo inequívoco de Miami.
La ciudad nos gustó, es elegante y moderna, aunque no impacta. Hay algo de glamour, eso es evidente, pero resulta cara y con un transporte público deficiente o casi inexistente. Eso sí, mucho coche de policía. Los taxis, a diferencia de NYC, muy caros también. Su playa es enorme de larga, con arena blanca y extremadamente limpia, olas justas y el agua tirando a caliente, y con esas típicas casetas de socorristas tan chulas. Palmeras en el paseo y gente haciendo deporte (footing, boleibol, musculación,...) y exhibiéndose. Desde luego, el estar alejada de los edificios le daba un toque especial a la playa, es innegable…y nos recordaba a tantas películas y series… luego ves los coches (cochazos debo decir) ir TAN despacio y cediendo siempre el paso a los peatones…todo resultaba gracioso: MEC (Miami Exhibition Center jjj). Fuimos espectadores…
Visitamos el Bayside Marketplace (donde vimos al aire libre en un parque el Brasil-Colombia de futbol, rodeados de cientos de colombianos) y nos adentramos por el Downtown hasta Coral Gables. Enormes rascacielos y casas muy elegantes. A Little Habana (destino de muchos inmigrantes cubanos que huyeron de la "revolución") nos desaconsejaron hasta 4 veces el ir, incluso en el hotel, así que desistimos ("qué vas a ver tú allí amigo…si no hay nada").
Una decepcionante aunque obligada visita al Parque Nacional de los Everglades, que ocupa casi todo el fondo de la península de Florida, nos ocupó una mañana entera, es una zona pantanosa subtropical, una especie de gran río o pantano de poca profundidad, con mucha vida salvaje (que no pudimos ver). Lo mejor, el paseo de 45 min. en un "Air Boat" (necesarios "tapones" para los oídos). Salvo hordas de guiris, poca fauna. Apenas vimos algún cocodrilo asomar la cabeza y estaba plagado de unos mosquitos tremendamente voraces que masacraron literalmente a todos los que o no se echaron spray o se echaron poco. Salimos indemnes pero nunca habíamos visto nada igual.
No nos gustó el concepto de la excursión (autobús de turistas recogidos en hoteles para ir allí), como una "churrera", y el espectáculo con los cocodrilos al final... Pobres... Con más tiempo hubiésemos visitado el Parque en coche de alquiler, pero queríamos llegar ver los fuegos artificiales en la playa (celebración del 4 de Julio, Independence Day)… flojetes pero estuvieron chulos, los vimos sentados en la arena.
Me quedo de Miami como una ciudad joven y amable (al margen de las discotecas y clubs que abundan en la calle Ocean Drive), con una cierta atmósfera cultural y artística aunque algo descafeinada, pero que desde luego tiene un pase para ser visitada, como hemos hecho, en una escala sin forzar. Es muy turístico, pero no estridente. Nos gustó mucho el hotel, su ubicación, el ambiente nocturno cercano y los restaurantes….
...pero Miami no era el objetivo principal de este viaje, sino Belice, que ha resultado una verdadera pasada. Siempre pensamos que quedan pocos paraísos perdidos y sin turistas, y de nuevo hemos acertado en encontrar otro más. Impresionante de verdad, y mira que estamos "viajados"....
BELICE
Hay mucha gente que no sabe que Belice se independizó en 1.981 (y Guatemala aún lo reclama) y que cuenta con el segundo mayor arrecife de coral del mundo (tras Australia). Tiene más de 600 sitios arqueológicos y su costa, de unos 300 km., está plagada de islas, rodeadas de un mar de siete colores que solo habíamos visto en Morro de Sao Paolo (Brasil), Providencia (Colombia) y Bora-Bora. Guardamos en la retina escenas de auténtico paraíso terrenal. Y también un paraíso del buceo (snorkel y diving).Hablan inglés (era la antigua "Honduras británica") y su turismo –muy escaso al menos en estas fechas- es principalmente americano (pocos y formales) y mexicano. Nos sorprendió comprobar que efectivamente no es un destino masificado, al menos en estas fechas (temporada baja). No hemos visto ningún español y, en los 4 hoteles visitados nos dijeron que nunca habían alojado españoles, tan solo algunos alemanes…que no vimos tampoco. Genial!!. Los beliceños son un poco serios (comparados con los latinos) y el país diría que es muy seguro.
Su población es eminentemente negra y, además del inglés, hablan criollo, maya, garífuna, y poco español (solo aprendido por algunos, por "innecesario"). En Belice conviven una variopinta fauna humana: negros garífunas, mayas y mestizos, menonitas blancos originarios de Holanda y Alemania, hindúes, chinos… esto es una pequeña torre de babel, fantástica mezcla en un país lleno de sorpresas para el viajero. La espectacular costa beliceña es territorio garífuna, descendientes de africanos, caribeños y arauacos, pueblos indígenas de las Antillas.
Ha resultado increíble el tiempo tan bueno que nos ha hecho y, lo mejor, sin mosquitos, algo más increíble aún. Debo decir que incluso podría coincidir con quienes dicen que lo mejor de Belice se encuentra bajo el agua porque realmente creo que no hemos visto en ninguna parte del globo un mundo submarino como éste, y quizás supera a lo que hemos visto en el norte de Bali, Bohipeba (Brasil) o Bora-Bora.
Estar rodeados de enormes mantas raya y tiburones, ver las primeras tan a menudo (pacíficas e inmensas), tortugas, barracudas y morenas como las que hemos visto, no es muy frecuente la verdad (solo lo habíamos hecho en Polinesia). Para qué quiere uno hacer diving…aquí el snorkel es de lujo, con unos tremendos corales... Por otro lado, la comida nos ha resultado deliciosa, cocinada al estilo criollo, con algo de picante: ceviches, langostas (me he puesto morado!), gambas y langostinos…todo exquisito aunque reconociendo que "ni color" con el marisco que podemos comer aquí, of course. Al famoso "The Blue Hole" no fuimos por lejos de la costa (casi 3h. en lancha) y porque eso es ya para divers de primera, aunque las fotos "aéreas" de aquel lugar son increíbles.
Tras un vuelo de 2 horas, llegamos a Belice City (aeropuerto internacional de risa) y la diferencia horaria con España pasó a ser ya de +6 a +8 (por lo que aún estamos "pagando" el jet-lag). Al llegar, siguiendo recomendaciones de foreros, nos hicimos con 4 botellas del vino más caro que encontramos (unos 10 eur c/u) y una botella de ron en un duty free previo a dejar la terminal que era baratísimo (menos mal: luego las botellas cuadriplicaban su precio en los hoteles y restaurantes).
La primera avioneta (10 pasajeros) nos dejó de piedra, sobrevolando el mar y viendo los cayos y los colores del mar azules y verdes. Llegamos a la capital San Pedro en la alargada Ambergris Caye (la "Isla Bonita" de Madona). Pasamos por unos ultramarinos y (aconsejados) pillamos comida –complementaria al embutido que llevábamos de Bilbao jjj- porque nos iban a llevar en lancha al norte de la isla, a un hotel en una zona muy aislada de todo. El hotel X'tan Ha Resort, con premios de TripAdvisor y comprado en Hotelopia a un mucho mejor precio, nos encantó aunque algo subidito…para no tener incluido ni el desayuno (que luego nos costaba 12 eur c/u, con huevos y de todo). Casas de madera (con cocina completamente equipada), una piscina y mucha tranquilidad. La playa sin algas. La razón de irnos "tan arriba" era justamente que había mejores playas y que así podíamos hacer las excursiones del norte, mucho más cerca del hotel, siempre en lancha: Mexico Rocks (un lugar del arrecife, lleno de tiburones) y Tranquility Bay (una zona espectacular donde uno se podría quedar a vivir: la mejor playa del viaje). Los paseos matutinos a las 6am por la playa, encontrando algunas iguanas tempraneras eran de vicio.
Tras tres días regresamos al sur (San Pedro) y estuvimos otras tres noches en el Hotel Exotic Caye, también sin desayuno incluído y con cocina completa. Alquilamos un carro de golf, que condujimos los tres, y recorrimos buena parte del sur de la isla, más animada y con más ambiente (tampoco mucho!), locales con música en directo,…. a las noches no bajaba de 26 grados. Mucho rastafari. Playas con algas.
Desde aquí hicimos dos excursiones de verdad memorables: Hol Chan y Shark Ray Alley (fantástica experiencia en el arrecife con tiburones-gato, mantas, tortugas y morenas verdes. Murphy's Law: la cámara submarina se quedó sin batería, putada), y a Caulker Caye ("coker kii"), donde fuimos a pasar el día entero en barco regular (íbamos prácticamente solos en un enorme yate. 35 minutos): esta isla (en la que inicialmente íbamos a pasar alguna noche) estaba menos desarrollada que Ambergris Caye, albergaba más mochileros y memos familias, y resultó ser una delicia. Preciosa. Un pueblecito acogedor, con un montón de embarcaderos.
Nos coincidió con una feria de la Langosta (para qué quieres más? jjj). Las asaban en la misma calle y las comías en una mesa cutre al lado. En la punta había una entrada de mar (que llaman "The Split") ocasionada por un terremoto que hace años partió en dos la isla. Alucinante. Había un garito con música muy guapa y mucha gente (se nos hizo hasta raro jjj). En plena puesta de sol, nos volvimos a Ambergris sin demasiada pena porque al día siguiente tomábamos 2 avionetas seguidas para llegar a Hopkins, poblado de indígenas garífunas, ya en la costa, para saborear mejor el Caribe negro. Lo cierto es que estábamos engorilados.
HOPKINS
45 minutos en furgo desde el (minúsculo) aeropuerto de Dangriga para llegar a nuestro destino: el Hotel Hamanasi (1.200 opiniones en TripAdvisor: 1.140 excelentes y 50 muy buenas). Te giñas. Tres noches. En el precio del hotel se incluía la avioneta y el traslado desde Belice City y dos excursiones. Todo incluido en un package muy ventajoso. Poca gente y rodeado de selva. Era en realidad un hotel de divers, aunque no vimos actividad. Nos recordaba a Costa Rica. Fuimos un par de tardes en bici (2-3 km) hasta Hopkins, un pueblo largo con carretera sin asfaltar que nos evocaba a Mozambique. Pobre. Todos morenos. Algún restaurante, hoteles de mochileros, tenía un encanto especial hablar con la gente. Como en Ambergris Caye, había puestos de guatemaltecas con coloridas prendas y artesanías.
Hopkins es de esos pueblos donde no hay nada que hacer… Un poblado tranquilo, sin el intrusismo del turismo que transforma los lugares. Aunque en una cultura tan marcada como ésta, es más complicado cambiarles el ritmo. La relajada cultura garífuna se vive de una manera muy especial aquí, donde le dan una tuerca más al significado de la palabra tranquilidad…
Desde Hamanasi hicimos dos excursiones muy guapas: Mayflower Jungle y Waterfall Hike (subida de casi 2h. muy dura por montaña selvática, terminando en una cascada para bañarse…acojonante!!) y otra a las ruinas mayas de Xunantunich y Cahal Pech. Para llegar a las primeras, casi en la frontera con Guatemala, que incluso podíamos ver muy de cerca desde la pirámide más alta, tuvimos que meternos 2,5h. en coche (íbamos con una pareja de NYC) pero sin duda mereció la pena. Cruzamos un río en barcaza. Eran del siglo III (lo que les queda aún por excavar…).
Nos recordaron a Tikal en Guatemala y flipamos en colores. Al entrar en la selva, los gritos con eco de los monos aulladores parecían de dinosaurios…estaban en celo nos dijo el guía. Daba miedo. Y las segundas eran ni más ni menos que de 1000 años A.C., ufff, estaban más estropeadas, y nos dijeron que a ambas excavaciones llegan arqueólogos voluntarios desde todo el mundo. Fue espectacular. El guía nos explicó todo muy bien y resultó interesantísimo.
TOBACCO CAYE
Pero aún quedaba lo mejor del viaje: tomar una lancha de 45 minutos desde el mismo embarcadero del Hotel e ir a pasar 2D-2N a Tobacco Caye, en medio de la nada, que nos pareció impactante. El hotel Hamanasi aprovechó para trasladarnos en lancha con una excursión de snorkel a las 8,30am. Jajaja, 6 turistas que venían en la lancha fliparon en colores cuando vieron que nos quedábamos allí con nuestros dos maletones. Yo me hubiera muerto de envidia. El cayo no era mucho más grande que un campo de futbol y era un pequeño pueblo de pescadores. Unos amigos nos recomendaron no perdernos este lugar, creemos que no puede haber nada más paradisíaco.
Un garito con música reggae por las noches y en media cabañita encima del agua. El cielo siempre estrellado, el mar fascinante y un snorkel de lujo, con tantas mantas raya que al final casi nos resultaba normal verlas. El hotelito (Tobacco Caye Paradise) eran solo seis cabañas (nos dieron la primera!) y, aunque era el mejor de la isla, era francamente básico y fue el más barato de todo el viaje (100 eur día los 3 con todo incluido). Mejor, en ese entorno nos sentíamos como siempre muy cómodos. La cocinera llamaba a desayunar (8am), comer (12am) y cenar (6am) con una campana de vaca. Pa mearse.
Cogimos un kayak individual para una hora y nos dió tiempo a dar varias vueltas a la isla. Un día compré dos langostas enormes que un moreno local estaba a punto de matar (junto con otras muchas, algo más pequeñas) para quedarse solo con las colas. Me las dejó en 15 usd (unos 11 euros), las llevé vivas con mis propias manos al hotel y la cocinera nos las puso (gratis) a la plancha con una salsa de mantequilla y ajo. Abrimos la última botella de vino que nos quedaba y joderrrr, la cara del resto de huéspedes viéndonos comerlas en la mesa con ellos era un poema.
Las puestas de sol y los amaneceres en Tobacco Caye han superado todas nuestras expectativas.
El "susto" final vino cuando la lancha que nos llevaba desde Tobacco Caye a las 7am para en 1h. llegar a Dangriga (y tomar la avioneta a Belice City para pillar el vuelo a Miami) se paró en mitad la nada porque no funcionaba el motor. Si les ves a los dos morenos mirarse entre ellos flipabas: cambiando gasolina de un depósito a otro y derramando mogollón dentro de la lancha. Y el tiempo pasaba. Nos acercamos a duras penas a un cayo de manglares abandonado buscando alguna botella de plástico que hiciese de embudo. Menos mal que yo llevaba una navaja. Su cara era de tranquilidad, la nuestra de acojono por perder los vuelos. Tensión. Llegamos a tiempo.
VIDEOS DEL VIAJE
Miamihttps://youtu.be/GXRk99qZGbg
Belicehttps://youtu.be/eofQxKeQKFIVideos cortos://youtu.be/XNUEXaLiI60